Psicólogos constatan los primeros casos de adicción al móvil entre los jóvenes. Imprimir
Escrito por Administrator   
Jueves 01 de Abril de 2010 17:43

 

Los padres terminan desesperándose. En la mayoría de los casos lo dejan estar o capean la situación como pueden para evitar el enfrentamiento con sus hijos, pero algunos han empezado ya a buscar ayuda profesional. La adicción a los teléfonos móviles entre jóvenes y adolescentes es un problema poco conocido, pero emergente y que se ha convertido en una auténtica patología psicológica como cualquier otra, que también implica una importante dependencia, aunque los especialistas todavía no la han definido como tal.

En Gipuzkoa han comenzado ya a aparecer los primeros brotes de adicción al móvil entre jóvenes, aunque todo apunta a que se trata de la punta del iceberg. La asociación Ekintza Dasalud de Rentería especializada en ayuda a ludópatas, ha acogido ya siete casos en los últimos tres meses, aunque dos de ellos terminaron abandonando el tratamiento psicológico.

Son las primeras familias guipuzcoanas que acuden a este centro en busca de ayuda, pero la asociación tiene constancia de que existen otros muchos más casos que prefieren no tomar medidas, ya sea porque los padres de los afectados no admiten el problema o bien porque prefieren ignorarlo para no tener problemas de convivencia con sus hijos.

Se trata de chavales de entre 16 y 25 años que se pasan las 24 horas del día llevando encima un móvil conectado y terminan estableciendo una relación de dependencia de sus interlocutores y del propio uso del teléfono.

La alarma se enciende por el comportamiento que empieza a tener el joven en casa- irritabilidad y tendencia al aislamiento-, por los avisos que llegan de los profesores, que advierten del fracaso escolar que apuntan estos estudiantes adictos al móvil, o bien por las exageradas cantidades en las facturas que se reciben en casa. Los primeros casos tratados presentan gastos en llamadas de entre 400 y 600 euros mensuales. Y eso cuando se trata de líneas con la modalidad de contrato, porque en casos con teléfonos de tarjeta de prepago, los jóvenes han llegado a cometer hurtos para poder recargarla.

Estas facturas pueden hacer pensar en que detrás hay muchas horas de conversación pero es justo lo contrario. Los adictos al móvil no hablan entre sí, sino que se intercambian a diario y a todas horas decenas de los llamados mensajes SMS, de texto a través del teléfono móvil. En los casos más acusados, se pueden llegar a mandar entre 60 y 80 de estos mensajes cortos al día. Y en la mayoría de las ocasiones se trata de círculos muy amplios de usuarios, desconocidos entre sí, que se conectan por medio de chats de acceso telefónico.

Perfil predispuesto

Entre los chavales que presentan una mayor predisposición a engancharse a estos círculos con su móvil, los psicólogos que han comenzado a tratar los primeros casos de adicción dibujan el perfil de un joven introvertido, que se siente inseguro, con acusadas deficiencias de autoestima, que no tolera la soledad o con tendencia a la ansiedad, entre otras carencias.

Los especialistas parten de la tesis de que una persona se ve inmersa en alguna adicción porque previamente arrastra algún tipo de déficit, problema o alteración psicológica que le conduce.

Posteriormente, y como consecuencia directa de la adicción, han constatado en estos jóvenes manifestaciones de agresividad, irritabilidad y ansiedad, que se traducen en verdaderos problemas de convivencia en sus familias y en situaciones desesperantes para muchos padres.

Hacer frente a una “actitud cerrada y desafiante”.

El principal, y a veces insalvable problema con el que se encuentran los psicólogos que han comenzado a tratar problemas de adicción al móvil, es la “actitud desafiante” con la que se presenta el propio afectado. Y es que no son los jóvenes los que reconocen el problema y aceptan seguir un tratamiento psicológico, sino sus padres, que, desorientados y sin saber ya cómo reaccionar, “los llevan casi de las orejas” al especialista.

A partir de ahí, las psicólogas que trabajan en la asociación guipuzcoana Ekintza Dasalud, entidad subvencionada por el Departamento Vasco de Sanidad que lleva once años trabajando fundamentalmente en el campo de la adición al juego, lamentan que es muy difícil trabajar con un joven “totalmente cerrado en banda” que incluso trata de culpabilizar a sus padres.

Los profesionales intentan entonces seguir parte del tratamiento con los padres del afectado y pactar una serie de medidas que les puedan ayudar a superar la adicción de sus hijos.

Estas recetas no son muy sofisticadas. Lo primero que aconsejan, directamente, es “confiscar” el móvil y regular su uso. Se trata de que el joven se acostumbre a no utilizar el aparato telefónico a todas horas , a apagarlo en determinados momentos y a poder salir sin llevarlo encima.

Posteriormente, las psicólogas intentan realizar un diagnóstico sobre las carencias psicológicas que le han podido llevar a un chaval a depender del teléfono móvil para superar su aislamiento para proponer una terapia.

(EL MUNDO, LUNES 26 DE ENERO DE 2004).